Un reloj de arena vacío. Dos semiesferas de cristal unidas por un estrecho conducto que flotaban en un vacío infinito de brumas grisáceas. Durante horas era cuanto ocupaba su mente. Y le gustaba. No había mejor sensación que el abandono absoluto. Se concentraba en aquella imagen, apartando cualquier otra emoción que nublara su mente, negándose el cálido placer que lo envolvía, e ignorando las alucinaciones como lo que eran, meras fantasías.
Por desgracia, todo pasaba.
La casa permanecía en penumbras. Las persianas estaban bajadas, sólo unos pocos rayos de luz se filtraban por las hendiduras que, pese a todos sus esfuerzos, no conseguía cerrar. El lugar olía a rancio, orines y sudor condensado. Las habitaciones se encontraban desordenadas, y el polvo y las pelusas cubrían el suelo. La luz, el teléfono y el agua hacía mucho que fueron desconectados por impago. Un hedor insoportable se filtraba bajo la puerta del baño, inundando el pasillo con una pestilencia que le recordaba en sus escasos momentos lúcidos lo patético de su situación. Todo era un desastre, pero a él no le importaba.
Hubo un tiempo en que fue distinto. Hubo otro en que culpó al mundo; y otro en que se culpó a sí mismo. Aquello había pasado. Ya no buscaba culpables, sólo paz y olvido.
Calentó la cucharilla lentamente, hasta que su contenido comenzó a burbujear y despedir un intenso olor a azufre y alcohol.
-“Mala mierda” –pensó al contemplar bajo la trémula luz de la llama el color que adquiría el líquido.
Pero no le importó, nada lo hacía ya.
Tiró del émbolo de la jeringuilla hasta llenarla al completo. Debía buscar un lugar donde inyectarse. Eso era un problema. Tenía el cuerpo cubierto de pinchazos, costras y moratones. Cada una de aquellas marcas era una piedra sobre su tumba, mil pequeñas muertes.
El día que encontró a Marta -la dulce Marta- tumbada en el sofá con una aguja aún clavada en el brazo y la boca cubierta de espuma, su vida cambió. Una semana internada en el hospital, y varias limpiezas de sangre sólo sirvieron para prolongar su agonía.
Mientras aquella nueva dosis de veneno marrón recorría sus venas, y una plácida sensación se extendía por su cuerpo, él se concentraba en el reloj vacío. La arena se agotó hacía mucho. Su único deseo era que el cristal por fin se resquebrajara y pudiera unirse por toda la eternidad con su amada.
Por desgracia, todo pasaba.
La casa permanecía en penumbras. Las persianas estaban bajadas, sólo unos pocos rayos de luz se filtraban por las hendiduras que, pese a todos sus esfuerzos, no conseguía cerrar. El lugar olía a rancio, orines y sudor condensado. Las habitaciones se encontraban desordenadas, y el polvo y las pelusas cubrían el suelo. La luz, el teléfono y el agua hacía mucho que fueron desconectados por impago. Un hedor insoportable se filtraba bajo la puerta del baño, inundando el pasillo con una pestilencia que le recordaba en sus escasos momentos lúcidos lo patético de su situación. Todo era un desastre, pero a él no le importaba.
Hubo un tiempo en que fue distinto. Hubo otro en que culpó al mundo; y otro en que se culpó a sí mismo. Aquello había pasado. Ya no buscaba culpables, sólo paz y olvido.
Calentó la cucharilla lentamente, hasta que su contenido comenzó a burbujear y despedir un intenso olor a azufre y alcohol.
-“Mala mierda” –pensó al contemplar bajo la trémula luz de la llama el color que adquiría el líquido.
Pero no le importó, nada lo hacía ya.
Tiró del émbolo de la jeringuilla hasta llenarla al completo. Debía buscar un lugar donde inyectarse. Eso era un problema. Tenía el cuerpo cubierto de pinchazos, costras y moratones. Cada una de aquellas marcas era una piedra sobre su tumba, mil pequeñas muertes.
El día que encontró a Marta -la dulce Marta- tumbada en el sofá con una aguja aún clavada en el brazo y la boca cubierta de espuma, su vida cambió. Una semana internada en el hospital, y varias limpiezas de sangre sólo sirvieron para prolongar su agonía.
Mientras aquella nueva dosis de veneno marrón recorría sus venas, y una plácida sensación se extendía por su cuerpo, él se concentraba en el reloj vacío. La arena se agotó hacía mucho. Su único deseo era que el cristal por fin se resquebrajara y pudiera unirse por toda la eternidad con su amada.
Imagen por deino.
27 comentarios:
Fenómeno.
Por cierto, sumate dos puntos de experiencia por el nuevo diseño del blog.
Muy apropiado.
Un abrazo.
Que triste Pedro, terminar de vivir para la muerte..
Pero me gusta el comienzo porque en ningún momento se espera lo que va a suceder después y en algo tan corto, has conseguido expresarme lo que incluso no está escrito, como Marta, su vida y sus pensamientos.
Me alegra volver a leerte para el cuentacuentos.
1 besazo con sabor a vida ;)
Espero que tú también salgas de ese bucle espacio-tiempo.
Oye que buena historia, espero seguir leyendo tus cuentos, muy interesante tu blog y el diseño del mismo,
Seguiré paseandome por aquí
Es la primera vez que te visito y ha entusiasmado el aspecto del blog: sencilla, original, fresca y clásica. Todo a la vez. En cuanto a la historia, me he asustado al principio porque una de las frases era muy semejante a una del mío y... (¡Puf!) Eso sí, como bien dice Jara despistas al lector y eso es un efecto muy difícil de lograr. Ten por seguro que leeré todo cuanto publiques.
Me he despistado unas pocas hoas, pensaba dejar este comentario al mismo tiempo que publiqué la entrada.
Este texto me vale por partida doble, no sé muy bien como, pero salió así. Es tanto un cuento con la frase de la semana del cuentacuentos, como mi aportación al reto de OcioJoven "Mil pequeñas muertes".
Trágica historia de amor. También me despistaste al principio, porque podía haber cientos de razones para esa situación... pero luego, ¡cuánto dolor condensado en una cucharilla...!
¡Qué duro y qué triste!
Resulta realmente duro saber que alguien puede terminar así con sus días, pero dadas las circunstancias y la de "mierdas" que lo rodeaban, no resulta extraño. Una realidad que, por desgracia y para mucha gente, está hoy por hoy a la orden del día...
¿Sabes? Me ha traído a la cabeza la película "Candy", una de las últimas que rodó Heath Ledger (era uno de mis actores preferidos) antes de morir y que bueno... me hizo pensar mucho y darles vueltas a si es que la interpretación era muy buena o si la realidad supera cualquier ficción... :S
Bueno, que no me enrollo más: sea como fuere, me ha gustado y aplaudo la crudeza y la fuerza que eres capaz de transmitir en esta historia.
Besotes a montones!!
P.D. ¡Cómo me gusta el blog! :P
Siento admiración cada vez que te leo porque algún día aspiro a poder escribir como lo haces tú, llenando de magia cada línea, cada renglón.
Éstas historias son quizás las que más me gustan, las que muestran el lado oscuro de la vida, ese que tanta gente se empeña en ocultar. Siempre he pensado que la vida está llena de desgracias y que olvidarlas no hace que desaparezcan, quizás éste sea un homenaje y una sensibilización hacia el lector.
Los relatos breves tienen que ser muy buenos para enganchar, y éste lo hace. Tienen que ser capaces de hacer llorar al lector o en su defecto, de vivir la historia.
Durante un momento me he convertido en "la dosis de veneno marrón que recorría sus venas", no es díficil imaginar lo que se siente.
Creo que ya no me quedan más sombreros para quitarme, así que valga este comentario como felicitación.
Un abrazo
Que cuento con cruel realidad, más bien la crónica de una muerte anunciada...
Espero que tu relato sea apreciado en lo que vale, he sentido pasar "su" muerte muy de cerca...
Besos, querido Pedro^^
xD acabo de ver tu comentario :)
Se supone que era para crear "realismo", es mi cara relajada... no sonrio cuando "estudio" (o hago el moñas en su defecto...)
Luego te leo y comento que acabo de salir de un examen y de chutarme folios y folios en vena por la mañana y no sé si disdrutaría de tus letras como es debido...ale me voy a clavar codos...para ¡¡¡el último examen!!!
Besitos
pd: no quiero ser mala pero tengo en mi poder cierta foto en la que se demuestra tu tendencia a no sonreir en éstas ;)
¿Pero qué ven mis ojos?
¡Si has publicado!
Y me ha encantado el resultado. Describes muy bien la ida de olla con el reloj de arena, así como la decadencia y el drama del protagonista, muy bien llevados. La metáfora del reloj lo acompaña muy bien. Además, la ambientación de la habitación está muy bien conseguida. Hay metáforas muy buenas, como las piedras sobre la tumba.
Muy bien, y ahora pon la nuca:
- "de sus situación": esa "s" de "sus" se te ha colado :P
- "a si mismo": el "sí" en este caso lleva tilde.
- "Una semana internada en el hospital, y varias limpiezas de sangre, sólo sirvieron para prolongar su agonía.": las comas aquí sobran; entre sujeto y verbo no hay coma nunca, a menos que se trate de un inciso.
- "no conseguía cerrar .": el punto va pegado a la palabra anterior.
- "- la dulce Marta-": los guiones de un inciso van pegados a las palabras que abren y cierran el inciso.
Y ya no hay más collejas ;) En cuestiones tipográficas, ortográficas y gramaticales has mejorado un montón. Y literariamente, te estás haciendo insuperable :P Te mereces una ovación :)
Un fuerte abrazo,
Mun
PD: Y sí, Pedrito sonríe aunque las fotos digan lo contrario. Yo lo he visto.
Hola Pedro, pues me ha gustado muchísimo el giro que le diste a la historia, y perfecto utilizar un reloj de arena que corre, como la vida, como el dolor, como lo que sentimos.
Me encanta además el diseño de tu blog!!!
En fin, un gran saludo desde el otro lado del charco
¡Ais! Nuca puesta XDDD (y gracias Mun) El caso es que siempre se me pasa alguna, pero gracias a los comentarios van siendo muchas menos que al principio :)
Felicidades por el diseño del blog!Me ha encantado dándole ese sabor añejo a literatura que nunca muere.
La muerte aquí prisionera del tiempo,buscando una rendija por donde escapar y liberarse no solo ella sino a él de la cruel vida.
Un escenario en donde las palabras dan relieve a la miseria que envuelve todo,menos un corazón que aún ama.
Bienvenido de nuevo genio!
Un abrazo!
Pues aqui retomando este viejo vicio de leer a los cuentacuentos, pero vaya por dios q tu eres uno y con mucha experiencia y talento, la gracia que tiene esto es justamente saber utilizar las palabras para contar cualquier cosa, que en verdad puede ser cualquier cosa, pero se q tu contando cualquier cosa, t haces leer hasta el final y llevar la atención a cada letra puesta, porque además está puesta, en mi humilde opinión en su lugar. Que no pare tu talento que nos ayuda a los demás a aprender, que eres un muy buen ejemplo a seguir... Saludos desde el Sur...
Lo has conseguido.
Un saludo.
ola!!
buf... q historia mas dura...
esta muy bien escrita... me ha encantado y enganchado totalmente... y al final he tenido esa sensacion de desasosiego horrible... buf... no sé q decir.. magnífica...
Un beso chau**
El reloj de arena que corre con la agonia del personaje. La vida que ya no es vida porque ya no tiene razón para vivirla. Ya me estremecí con él pero leer sobre Marta uf! me dejó con una angustia que destila desesperanza y tristeza que sobrecoge: la muerte sembrada camino hacia un amor que tuvo las mismas consecuencias.
Me gusta que en tu rincón con aroma a libros viejos, la tinta sensible de tu pluma haya vuelto a regalarnos un cuento. Me encanta leerte _______ prrrr
Un beso ronroneado en mi abrazo
Hola amigo: Comenzando por el diseño y luego por el texto, el visitante se queda con la boca abierta y las pulsaciones altas.
Un relato breve y recontra logrado. Sólo una cosa. por acá decimos que todo lo que hacemos en la vida es para levantarnos a las mujeres. El final del relato delata tu dosis donjuanezca. Con eso de que el protagonista espera encontrarse con su amada, vas a levantar más de una mina. Je.
Abrazo querido amigo.
Una novela nos espera
Ricardo
bueno como me voy poniendo al dia con los blogs, y sabes que? he cerrado el tuyo dos veces, pensando que me habia equivocao jejeje y no, es que has cambiado el lock...me gusta mucho mucho el nuevo aspecto, muy original y divertido, me gusta xiquillo.
En cuanto al
Es muy bueno el relato, buenísimo.
Todo, desde la descripción del entorno hasta las sensaciones y sentimientos que se describen.
Bravo.
Saludos.
¡Qué bonito, y qué trágico a la vez!
una pequeña muerte... olvidada, y ese reloj que anuncia la proximidad del fin...
estupendo!
pa variar ^^ y sobretodo estupendamente narrado. con soltura, sencillez y autenticidad.
la historia: desoladora... ¿que más se puede decir? se profundiza tanto en la mente del protagonista que es muy difícil salir indemne del asunto.
¿no es esa la función de la literatura? ¿que te agarre por dentro y no te deje escapar? para mi sí, -además de otros matices claro-
Me encanta pasar por aqui y ver como esa mente inquieta tuya no para.
Un abrazo Pedro.
pd. no te preocupes por lo que no leíste. no te pierdes ná ^^
pd2. la plantilla es de oscar
*I mean ...de "Oscar" de cine, no de Oscar -quien quiera que sea- que a veces me explico como un libro cerrado ¬¬
Me ha gustado tu cuento, sobretodo la melancolía y la decadencia enredados en el concepto del paso del tiempo.
Un saludo,
Stiletto
Buenas Pedro, muy buen texto.
Me gustó como defines el entorno, y como no el triste reflejo de esa vida, que poco tiene que ver con vivir.
Nos leemos.
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