28 octubre 2008

Drácula 2008

Breve homenaje a una novela que casi nadie ha leido, pero todos han visto.

From Mina Murray [mina.murray@gmail. com] to Lucy Westenra [lucy666@hotmail.com] (9 de mayo)

Hola Lucy!!!

Perdona que no te escribiera antes (ni llamado, ni nada), pero he andado liadísima con un montón de curro en la escuela. No veas como son los niños y la guerra que dan. Y encima están los padres que son para darles de comer aparte.

Por lo demás bien, esperando que Jona vuelva de una vez de Transilvania. Me acaba de mandar un mail y me ha dicho que esta aquí en una semana. Jo, no veas que ganas tengo de que esté de vuelta.
Te dejo que son las doce y mañana hay que madrugar.

Un Beso,
Mina.
Ps: ¿Y tú qué? ¡A ver si escribes! Qué me han dicho por ahí que has ligado…

From Lucy Westenra [lucy666@hotmail.com] to Mina Murray [mina.murray@gmail. com] (10 de mayo)

Hey!!

Como q no t escrbo? Además para lo q hay q contar. Todo el día metida en casa con mi madre q sigue mala la pobre

Bueno… 1 rollo si q ha caído ;) Ya t doy un toke mñana y t cuento

L.
Ps: cotilla :P

From Lucy Westenra [lucy666@hotmail.com] to Mina Murray [mina.murray@gmail. com] (16 de mayo)

Si no t lo cuento reviento. Sabes q de normal no me como nada? Pues este fin de semana han caída 3. Ya ves estoy q me salgo ;)

Uno se llamaba John, es majete y está bueno. Trabaja de interino en el hospital. Lo malo es q es un pelín serio. Para todo xDDD (para los detalles nos tenemos q ver ;)

El segundo fue un tejano jovencito muy simpático con un corpachón de esos de poster. Un tío bueno, vamos. La verdad es q este fue el más lanzado, y en fin, digamos q ahora tengo un sitio bien raro para mi lista xD

Y el tercero la verdad me hizo soltar chispas :) Ya te contare, se llama Arthur y me tiene tonta.
El caso es q los tres me han pedido q nos vayamos a vivir juntos (cada uno por separado q tienes la mente sucia :P) . No sé como los tíos son tan tontos. Joder, que un polvo es un polvo, ni q tuvieramos 15 años

Besos,
L.



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Imagen de ~Ursylla

26 octubre 2008

Mi amigo el Dinosaurio

DESCUBRIR QUE TE MUERES ES TREMENDO. Saber que el mundo se acaba una bendición. Intentar salvarlo puro masoquismo.

Allí estábamos, avanzando en fila india por la jungla de borneo todos los bienhechores supervivientes: Dos marionetistas rusos, una cosmonauta rusa, un campesino ruso-polaco (el rato que era ruso contaba chistes con los marionetistas y cuando era polaco discutía con la cosmonauta), una enfermera despampanante (ya se sabe: rubia, de ojos azules y con el traje reglamentario blanco de falda muy corta y escote enorme. Por cierto, también era rusa), un dinosaurio (si ya sé que pensáis que rosa, pero no, era naranja y con un cuidado tupé a lo Elvis) y yo, completamente calvo por la quimioterapia y con una bolsa de suero que no dejaba de engancharse en las lianas.

Muchos de nuestros compañeros murieron en las pruebas que habíamos superado (lo típico: matar a un dragón, besar a una princesa, robar un anillo a un enano nibelungo, ganar un Copa de Europa al Real Madrid...). El pequeño Timmy perdió las piernas en un regate de Di Stéfano. Luego perdió la cabeza cuando intentó besar al dragón.

¿Y como nos juntamos todos? Bueno la cosa sería larga, así que nos os lo contaré (no se porqué, pero siento que la antigua deidad Polgara se sentiría ofendida si gasto más de quinientas palabras, y no es plan de agraviar a una diosa si quieres impedir el Ragnarok). En mi caso, cuando me enteré del fin del mundo, sentí una llamada (bueno fue un sms) y salí corriendo en camisón del hospital, con la enfermera persiguiéndome para que no perdiera el suero.

Llegamos a lo alto de la loma, donde dejamos las reliquias que habíamos rescatado, e invocamos el poder que salvaría al universo. Con una explosión apareció el tejón sagrado exclamando:

-¡Oh héroes que habéis superado las tareas, recuperado la reliquias y matado al Leviatán!
-Ejem, ¿Matado a quien? -interrumpió el dinosaurio.
-¡Al Leviatán botarate! –grité pisando un callo a la dichosa lagartija hormonada (muy buen chaval, pero un poco tonto. No me extraña que se extinguieran. Por cierto, si le veis no le comentéis nada sobre ese tema, es muy sensible y esta empeñado en que no está extinguido. Pobre). El tejón nos lanzó una mirada de reproche y continuó su discurso:

-Aquí tenéis vuestra recompensa: ¡Despertad!

Desperté en la cama del hospital rodeado de familia y amigos.
-Te has caído del andamio pero los doctores dicen que te vas a poner bien -dijo mi madre entre lágrimas.
-Ya verás chaval, en un par de meses nos vamos de excursión a Borneo -atronó el dinosaurio.

Enterarte de que vas a morir es terrible. Salvar al mundo toda una aventura. Tener un amigo dinosaurio no tiene precio.





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Imagen de ~mojoyoko

24 octubre 2008

Lo-li-ta

Las paredes son tan delgadas que los sueños no me dejan descansar. Lo que el pegajoso calor veraniego, que compacta sábanas y piel, no logra, lo consigue toda la actividad nocturna.

Luisito trota a lomos de un enorme dinosaurio. Anteayer visitamos el museo de ciencias naturales y después acudimos al cinematógrafo para ver el estreno de “La diligencia”. Espero que se canse pronto y retorne a sus tradicionales “Campeón de liga” y “Simbad el marino”.

En la habitación contigua mi pecosa primita Eva no duerme. Es muy sensible. Regresó del internado de buenas maneras para señoritas la pasada semana y no tiene costumbre. Quizás se asustó con la pesadilla del abuelo y el enano.

Al fondo del corredor mis padres roncan y sueñan al compás: El caza mariposas y ella las clasifica. Un aburrimiento.


La puerta se entreabre y Evita asoma la cabeza y unos pliegues del camisón.
-¿Siempre fue tan molesto?- pregunta con voz suplicante, mientras yo fijo mi mirada en sus pies descalzos.
No alcanzo a contestar pues nos asalta el sueño de tía Lolita con el vigoroso jardinero ruso.

(...)

Al fin descubrimos como silenciar los sueños, y que las paredes no son tan delgadas.

Gracias Lolita.



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Imagen de ~meilily

21 octubre 2008

La eugenesia de los naranjos

LA FÁBRICA DE SUEÑOS cierra por vacaciones. Esa fue la última frase de la carta que deslicé bajo la almohada de mi amada esposa Samira. Deseaba regalarla un último cuento al que pudiera acudir en los días de amarga separación que nos aguardaban. Ojalá no hubiera sido necesario.

El Fabricante de sueños, con ese hermoso sobrenombre se me conoce en Nador, mi ciudad natal. Ya de niño disfrutaba escuchando las leyendas de los míos, para después narrárselas a mis primos y hermanos. Ahora soy un cuentacuentos. Ya no recito las gestas de los héroes de antaño, en su lugar invento narraciones que inculquen buenos valores en los más pequeños y, cuando al anochecer regreso de los campos tras un agotador día de labranza, comparto con los pastores, los labriegos y artesanos, mis historias sobre libertad, justicia e igualdad. Al principió solo narré, después escribí, y con tiempo mis relatos han llegado lejos.

Pero el poder aborrece la verdad. Por eso soy perseguido; por eso he de huir.

Braceo en el agua helada intentando alcanzar la costa. Los músculos me duelen por el frío y el cansancio, pero si me permito desfallecer moriré. La misma bruma que desorientó el rumbo de nuestra embarcación me protege de los faros que acuchillan la mar buscando a los que nos arrojamos por la borda cuando la patrullera nos interceptó. No podía permitir que me capturaran, no ya por mí, si no por mi esposa, por el hijo que ha de llegar, y por los compañeros que propiciaron mi fuga, y cuyos nombres me arrancarían sin piedad o escrúpulo. Soy afortunado, la mar no es brava esta noche y el zumbido de los motores de las lanchas se aleja.

Siempre soñé con descansar a la sombra de mis propios naranjos, saboreando los gajos dulces de fruta madura, mientras Samira acaricia mi espalda con sus delicadas manos y mi buen amigo Ayman, el poeta, recita sus versos; y Safana le besa en el cuello, y reniega porque el día es muy caluroso, o muy frío, y Ayman la chincha, y todos reímos.

Pero sabía que era una meta inalcanzable, pues necesitaría más dinero del que un aparcero es capaz de ahorrar en todo un año de honrado trabajo. Dese luego, no estaba dispuesto a emprender la temeraria travesía del estrecho en la que tantas vidas y esperanzas se han derrochado. Cuando sabíamos de un joven dispuesto a tan alocada aventura acudíamos a disuadirle, convenciéndole de lo estúpido de la empresa y lo irreal de esas fantasías en las que regresaría tras amasar una fortuna que le permitiera vivir el resto de sus días como un príncipe. Sueños globo, los bautizó Ayman, pues solo son aire y se sostienen por un delgado hilo de esperanzas.

Hoy me he visto en una de esas frágiles barcazas rodeado de mil dialectos e ilusiones, y un miedo común: no alcanzar las playas de esa otra fábrica de sueños que es Europa. Por eso antes de que nos abordaran los más desesperados saltamos, y no fuimos pocos.

Entre la niebla se recorta una silueta. Es uno de los beduinos de las leyendas de mi niñez, que se acerca caminando sobre las aguas. Me toma de la mano. Ya no siento frío ni fatiga. Dedico un último pensamiento a mi amada, y a los naranjos, mientras las aguas negras e inclementes cierran para siempre la fábrica de sueños.




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Imagen de ~denisolivier

19 octubre 2008

Entrevista a David Prieto

El salmantino David Prieto es uno de los escritores de fantasía más prometedores del panorama español. Sus relatos han sido seleccionados para aparecer -entre otras publicaciones- en la antología "Visiones 2.006" (elaborada por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia-Ficción y Terror), el recopilatorio "65 instantes y otros relatos" (que recoje al ganador y menciones especiales de la sexta edición del concurso "El melocotón mecánico"), "Tierras de Leyenda V" y "Maldito lunes" (curioso recopilatorio que recoje relatos que no ganaron el Certamen Domingo Santos de este año).

Su primera novela "Urnas de jade: Leyendas" fue publicada en Noviembre del año pasado por el Grupo Editorial AJEC. En ella se dibuja con certeza el mundo de Drashur, se nos presenta a Delin, al grupo de aventureros, y las conspiraciones del gemio de ladrones de Feylan. Todo ello sin caer en el manido error de contar la misma historia de siempre con distintos protagonistas, tal y como , por desgracia, sucede con buena parte de la producción anglosajona actual. La segunda parte de la saga "Urnas de jade: Mentiras" verá la luz el proximo año, lo que nos asegura a los lectores una continuidad tanto con el mundo como sus tramas.

Recientemente he tenido la oportunidad de entrevistar a David Prieto para el portal OcioJoven. Si os ha picado la curiosidad (espero que sí) y deseais conocer más sobre este autor, os invito a que leais la entrevista pulsando en este enlace.


16 octubre 2008

Crepúsculo

Quinta raíz: Nada

LA ÚLTIMA IMAGEN que quedó plasmada en su retina fue la de su asesino. El último sonido, los agónicos alaridos de su enemigo. El último sabor, su sangre resbalando entre sus labios. El último tacto, la encrespada hierba bajo sus dedos. El último aroma, el tenue perfume de su amado feudo. El último pensamiento, el definitivo despertar del yo auténtico.

Su sangre salpicó el tronco de un cerezo en flor en una imprecisa línea oblicua de puntitos irregulares. El árbol, acongojado, amortajó con sus blancos pétalos el cadáver. Nunca más brotó flor alguna de aquél. Con los años el lugar se convertiría en plácido remanso de peregrinaje. La oscura mancha de sangre no ha desaparecido, mudo testigo del lugar donde feneció el maestro.



Cuarta raíz: Fuego

Se observaron en silencio mientras la batalla discurría a su alrededor sin atreverse a importunarlos. El joven general, ataviado con una pesada armadura, rozaba la hierba con la punta de su no-dachi; el anciano, cubierto apenas con un kimono ceremonial, encaraba con una pica a su adversario.

El primer embate consistió en una serie de fintas lejanas, meros tanteos de la habilidad del oponente. El segundo hubiera acabado con la muerte de combatientes menos diestros. Danzaron en su baile mortal mientras enemigos y aliados morían a su alrededor. Su amigo y fiel consejero, Hireyama Ninte, se desplomó muerto, acosado por tres rivales. La tropa era leal y valiente mas estaban abocados a la derrota pues su enemigo les superaba ampliamente en número, no así en bravura y disciplina. El anciano percibió un leve fallo en la guardia de su adversario que desprotegía levemente su flanco derecho, apenas un detalle imperceptible a la mirada profana. Repitió una vez más el ataque y, al finalizar el movimiento, cargó contra la izquierda de su adversario, que, en un acto reflejo, rasgó el vientre del veterano luchador. En el que sería el último golpe de su existencia atravesó el muslo del joven general, quebrando el hueso y clavando la pica en la esponjosa tierra.


Tercera raíz: Aire

La primera tropa, las más ostentosa, escapó serpenteando entre los campos de arroz en dirección a las colinas y el vado Heimen. Ondeaban sus estandartes y los pasos de infantes y jinetes resonaban estridentemente.

La segunda tropa, muy disminuida, aseguró la defensa de la fortaleza: Encendió los fuegos, cerró los portones y tomó posiciones aprestando sus arcos tras las almenas.

La tercera tropa, la más numerosa, ocultó su presencia escabulléndose sigilosa por una sinuosa trocha hasta las cuevas de los acantilados. No portaban armadura ni estandarte que pudiera revelar sus pasos.

Hireyama, el joven, vigilaba desde la cima de una alejada colina los movimientos de los ejércitos, señalados por los numerosos banderines que cada soldado portaba a su espalda. Los estandartes amarillos de su enemigo se dividieron en dos formaciones. La más numerosa perseguía al primero de sus contingentes, la menor comenzó el sitio del alcázar. Esperó, paciente, hasta ver bien separado un grupo del otro, entonces sopló su cuerno, que resonó lúgubre y hueco.

La primera tropa detuvo su avance y esperó a sus perseguidores. La tercera inició de nuevo su huida siguiendo la línea de la playa para unirse al ejercito del señor Aminawa, necesitado de todo refuerzo. A los sitiados tan sólo les restaba esperar.



Segunda raíz: Agua

-¡Señor! Un ejército está desembarcando en el estuario –anunció Hireyama Ninte, su consejero de confianza.

-¿Quiénes son?

-Los ejércitos del clan Arai, señor. Un gran contingente.

Takuan Soho asintió reflexivo

-¿Quién los comanda?

-El estandarte de Miyamoto Musashi ondea en la nave capitana. He ordenado que nuestro ejército se acantone.

Conocía la fama y fiereza del general enemigo. Sus méritos y defectos. “Es una suerte, si hubiera acudido el propio Arai Daiichi todo estaría perdido. Lograría derrotar a cualquiera de ellos pero sólo Musashi cegará su raciocinio por vencer al mítico Soho” caviló satisfecho.

-No, mi buen Ninte, dejaremos un pequeño retén en la fortaleza. Los demás partiremos. –Percibió la sorpresa reflejada en el rostro de su consejero, mas éste, respetuoso con su señor, no contradijo su mandato.– No debemos aferrarnos al castillo como a una roca pues como el agua rodea a un peñasco así hará su ejército, limitándose a sitiarlo con una exigua fuerza mientras la mayor parte continúa su avance. Nuestro deber consiste en detener al enemigo y procurar la victoria de los nuestros. La lealtad debida nos encamina a la rectitud de mente y está al despertar del yo auténtico.


Primera raíz: Tierra

La guerra, como la peste, había saltado de feudo en feudo, y pronto alcanzaría su isla, antes de las nieves. El joven señor renegó de sus advertencias, negándose a tomar partido por ninguna de las dos facciones que con cruenta determinación disputaban el trono del emperador.

-Señor Aminawa, si no apoyáis a ninguno de los dos bandos ambos os tomarán por enemigo.

-¡Calla, Takuan Soho! No vivimos ya en los tiempos bárbaros de tu juventud. Dirimirán sus diferencias y juraremos vasallaje al vencedor. Es lo más astuto y para cualquier sabio es evidente que nuestra isla carece de valor estratégico pues se encuentra apartada de las rutas del país medio ¿Deseas atraer la guerra a nuestro hogar? ¿Acaso pretendes que dilapide la herencia de mis ancestros?

También en sus años jóvenes dijeron haber alcanzado la civilización y denostaron lo antiguo como un periodo bárbaro. Obviamente, erraron.

“La guerra es una bestia hambrienta que una vez desatada no se atiene a raciocinio alguno, su único anhelo es devorar. Los hombres buenos cometen atrocidades que de otro modo no imaginarían. Después lo lamentan de por vida." Reflexionó al contemplar desde lo alto de un torreón sus hermosas tierras mientras sus ojos brillaban con infinita tristeza.

-Ama la paz y prepárate para la batalla -susurró cuando la primera de las lágrimas prevaleció sobre su voluntad. Adoraba aquella isla como a su propia esposa e hijos, mas la salvación de todo cuanto amaba le encaminaba inexorablemente a la separación definitiva.





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Imagen de ~Fruelund

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13 octubre 2008

Madrid me mata

Otra vez ese olor extraño golpeaba su nariz. No era la primera vez que lo percibía aquella misma semana, pero en aquella ocasión era más intenso. Raúl giró la cabeza a derecha e izquierda. Una muchedumbre se apretuja en la acera a un lado y otro del Paseo de la Castellana; saliendo unos del metro -un agujero que vomitaba auténticas hordas de adormilados trabajadores-, bajando otros a las profundidades para acudir a cualquiera de los lugares que aquella telaraña subterránea unía entre si. Le parecían hormigas que seguían su camino de manera automática, simples insectos sin raciocinio que no se planteaban lo miserable de sus vidas; arrastrándose un día tras otro para conseguir comida, cobijo y un poco del tipo de felicidad artificial que cada uno de ellos eligiera, y luego llamarían pasatiempo.

Odiaba Madrid y cuanto representaba con todas sus fuerzas. En un primer momento le atrajo con todas sus posibilidades, luces, espectáculos y trabajos. Pero esa primera sensación duró poco. Sabía que la ciudad palpitaba con vida propia. Incluso había llegado a comentarlo con un par de amigos por chat: "Es una animal grande que necesita gente para funcionar pero les deja sin alma ni corazón". Ese era su nick en tuenti, messenger y el chat de google. En los últimos tiempos había llegado a convencer a varios conocidos -no estaba seguro pero por lo menos una docena- para que no dejaran sus trabajos y acudieran a la capital en busca de mejores perspectivas.

¿Y por qué no se había ido si tanto odiaba aquel tipo de vida? Esa era la pregunta que se hacía cada mañana cuando el despertador le arrancaba del plácido sueño y le devolvía a su realidad gris. Llegó hacía casi dos años, recién acabada la carrera de ingeniería química, dispuesto a comerse el mundo y triunfar en unos meses. Y vaya si lo había conseguido, y con creces, al menos según los parámetros que el mismo se había marcado. Era como si cada vez que ya hubiera decidido abandonarlo todo y marcharse, una nueva oportunidad le apareciera entre las manos: Trabajos bien remunerados, sexo abundante con mujeres hermosas de esas que siempre le habían parecido inaccesibles, fiestas alocadas en los locales más afamados, puestos de dirección, un piso de protección oficial, coche de empresa, pareja estable...

De nuevo una vaharada de aquel olor inundó sus fosas nasales. Era un aroma extraño. Estaba fuera de lugar. Le traía recuerdos de cuanto anhelaba. De todo aquello que Madrid no era. Una mezcla entre aire de montaña, el papel de un libro viejo, pasteles horneados en la tahona de su pueblo y pólvora de fuegos artificiales recién quemada. Aquel olor era la quintaesencia de la felicidad.

Se dejó guiar por aquel olor, siguiendo su rastro por varias callejuelas laterales. No tuvo que andar mucho antes de encontrar su origen, una tienda de ultramarinos con aspecto anticuado y un escaparate en el que se agolpaban toda clase de especias y cachivaches, desde arpones hasta semillas de mostaza.

Raúl entró en la tienda. Dos minutos más tarde una mano volteaba un cartel deslucido en la puerta de la entrada del lado que decía cerrado. Treinta minutos después el escaparate tenía los cristales pintados de blanco, como cualquier comercio en reformas. A las dos horas en el lugar sólo había un muro de ladrillos.

De Raúl no quedó ni rastro.

Y Madrid continuó palpitando, con vida propia, atrayendo con sus oportunidades a una legión de humanos como el néctar a las abejas; librándose de los inadaptados, el más peligroso de los virus, una enfermedad letal contra la que tenía sus propias defensas.






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Imagen de ~plateao

12 octubre 2008

Reseña de CUENTOS DE UN FUTURO inCIERTO


Si ya es una satisfacción ver el resultado de un proyecto que ha requerido tanto tiempo y esfuerzo, leer la primera reseña de "CUENTOS DE UN FUTURO inCIERTO" es toda una alegría.

PilyB, editora de NGC -ganadora del premio Ignotus a la mejor revista de este año-, ha hecho una reseña de lo más ilusionante para todos los involucrados en este proyecto (espero que a los demás no se les quede la misma sonrisa bobalicona que a mí).

Aprovecho la ocasión para agradecer una vez más (siempre serán pocas) a todos los miembros del equipo por la buena labor que han hecho con sus relatos y recomendaros tanto que os paseis por NGC (si no la habeis hecho ya claro, que no será por enlaces), como por la web www.cuentosdeunfuturoincierto.es

Solamente me queda agradecer a los que ya habeis leido la revista la confianza y desear que disfruteis con su lectura; y a los que todavía no la habeis leido que os hagais con un ejemplar y así me podais contar vuestra propia opinión.

06 octubre 2008

Cólera

SE LE OLVIDÓ LA CONTRASEÑA Y NO PUDO ACCEDER A LA INFORMACIÓN. Sus dedos tamborilearon junto al teclado numérico del cajero automático. Sabía de memoria lo que se iba a encontrar, pero al pasar junto a la sucursal de su banco de toda la vida no pudo resistir el impulso de comprobar sus ahorros.

"Vamos, joder, no te martirices ", pensó, "Total, para lo que te a valer, sabes que no hay ni un puto duro". Le hizo gracia el pensar sobre una moneda que ya hacía años que estaba muerta y enterrada, y soltó una risa socarrona .

Se arrebujo en su abrigo y emprendió el camino a casa. Hacía frío, el día estaba encapotado, y empezaba a chispear. Lo último que quería era llegar empapado y pillar una pulmonía.

"Pues ya lo que me faltaba" .

Sólo había dado un par de pasos, cuando la rabia se concentró en la boca de su estómago en forma de una pelota que dolía y palpitaba con vida propia. Las sienes le palpitaban. Pese a sus esfuerzos, las lágrimas ―mitad impotencia, mitad cólera― comenzaron a resbalar por sus mejillas. Más tarde se preguntó como lo había conseguido, que clase de fuerza oculta había despertado en él. Arrancó con las manos desnudas uno de los adoquines de la calle, y empezó a golpear el cajero hasta convertir el terminal en un amasijo de cristal y cables retorcidos. Desde el interior del banco, los empleados le miraban atónitos. Sus caras reflejaban el miedo a aquel estallido de violencia. Ninguno llamó a la policía.

"¡Qué les den por el culo!", pensó mientras arrojaba el adoquín, que rebotó contra el cristal de seguridad del banco, dejando tras de si una telaraña de vidrios cuarteados.

Varios transeúntes somnolientos, que se arrastraban al trabajo, le miraron de reojo. Algunos incluso sonrieron. Ninguno llamó a la policía.

Regresó a su casa con una sensación de paz que hacía mucho que no tenía. Le hubiera gustado contárselo a su mujer, pero se había marchado al pueblo con sus padres “Hasta que las cosas mejoraran”. Le intentó convencer para que la acompañara, pero el se quedo “Para ver si se podían arreglar las cosas, encontrar alguna cosilla con la que ir tirando”. Los dos sabían que mentían, y que los días se convertirían en meses y después en años, hasta que el amor se enfriara y pudieran separarse sin que doliera tanto. Era más dulce un hasta luego que un adiós definitivo.

Estuvo a punto de ir directo a la cama ―desde el día que le despidieron no había conseguido dormir más de cuatro horas, y eso en los primeros meses, los buenos, cuando Dios apretaba pero no ahogaba―, pero en su lugar fue a la galería, rebuscó en la caja de herramientas, cogió el martillo de bola y regreso a la calle.

Recorrió todo el barrio, destrozando uno a uno los cajeros y los cristales de los bancos. Los vecinos y comerciantes lo vieron todo. Ninguno llamó a la policía. Cuando los coches patrulla ―alertados por las llamadas de varios directores de las sucursales― comenzaron a buscarle, unos callaron y otros dieron indicaciones falsas.

Acabó la mañana en el calabozo, sabiendo que había cometido una estupidez, pero feliz como no lo había sido en mucho tiempo. Dos días más tarde, hizo la maleta y se marchó al pueblo.


Imagen de Acer.