28 octubre 2007

¿Por qué el mar es azul?

-¿POR QUÉ EL MAR ES AZUL?
Antonio, aterido por el agua fría que acaban de lanzarle y recién despierto de lo que él creía era un plácido sueño, no alcanzó a comprender la pregunta. Estaba atado a una silla, descalzo y vestido con su pijama de franela, en un cuartucho de paredes deslucidas y apenas iluminado por una oscilante bombilla. Desde su posición no veía ventanas y una sola puerta, igual de deslustrada que las paredes, parecía ser la única entrada. Dos hombres, vestidos con unos monos negros de trabajo y un pasamontañas que solo dejaba ver sus ojos y bocas, le miraban desafiantes. Uno de ellos era alto, espigado y fumaba un cigarrillo rubio; el otro, un hombre regordete y de espaldas anchas, agitaba una toalla a derecha e izquierda.

- ¿Qué... ¿Qué hago yo aquí? ¿Quie...
Uno de los hombres, el regordete, silenció sus palabras con un puñetazo en la boca del estómago.
- ¿Por qué el mar es azul – insistió el señor cigarrillo.
Antonio boqueó buscando el aire que le faltaba, sin comprender nada. Se había ido a la cama después de un duro día de trabajo en su pescadería y había despertado maniatado allí. Aquello no podía ser cierto, sin embargo no era un sueño.
-No sé lo que quieren pero no tengo dine...
De nuevo acallaron sus palabras con un puñetazo en el estómago.
-Ten cuidado –advirtió cigarrillo-. Recuerda que no debemos dejar marcas.
Antonio resolló e intentó pensar con quien le podrían haber confundido aquellos dos matones. Estaba terriblemente asustado y el miedo le impedía pensar con claridad.
- No, por favor no me hagáis más daño. No soy al que buscáis, solo soy un pescadero. Os daré todo lo que tengo pero dejadme marchar.
Las lágrimas resbalaron por sus ojos y comenzó a temblar en parte por el frío, pero sobre todo por el miedo.
- Puto llorón –maldijo el regordete-. ¿Por qué el mar es azul? ¿Por qué el mar es azul? ¿Por qué el mar es azul? ¿Por qué el mar es azul? – Y cada vez que repetía la pregunta le azotaba en la cara con la toalla, sin darle tiempo a que respondiera.
-Ya vale.- atajó cigarrillo.
– Es que la gente sin cojones me pone malo – contestó regordete.
-Ayúdame anda.
Antonio sollozaba intentando encontrar alguna lógica a todo aquel absurdo. Le habían raptado y no sabía la razón. No conseguía recordar nada después de acostarse. Esperaba que su mujer estuviera bien.
Entre los dos matones cargaron algo muy pesado y lo dejaron a sus pies. Cuando lo reconoció como un generador eléctrico comenzó a chillar y retorcerse en la silla.
- ¿Por qué el mar es azul? – preguntó el señor cigarrillo uniendo dos cables para provocar una chispa mientras sonreía sádicamente.
Al no obtener más respuesta que gritos frenéticos y sinsentido del pescadero, aplicó los cables en los tobillos del desgraciado que se convulsionó sufriendo un dolor atroz, como si mil cuchillas al rojo corrieran por sus venas y músculos. Con un último espasmo se desvaneció.

Despertó súbitamente cuando le arrojaron agua congelada encima.
-¿Por qué el mar es azul?
- Por lo que vosotros queráis- respondió cerrando los ojos, esperando una nueva descarga, golpe, o lo que quiera que esos animales fueran a hacerle ahora.
-Muy bien –le susurró regordete al oído-. Veo que no eres tan idiota como pareces.
Acto seguido le pusieron una capucha en la cabeza y sin demasiados miramientos le arrastraron hasta un vehículo.
- No olvides lo de esta noche- le amenazó alguien, no podía saber quien, las voces se distorsionaban por culpa de la capucha -. Mañana recibirás una citación. Vas a declarar que hace dos viernes viste al señor Ricardo Oliveira en la terraza de la cafetería que hay frente a tu pescadería, y que a última hora paso frente a tu tienda y estuvisteis hablando un rato de fútbol.

El vehículo se detuvo de un frenazo y de un empujón le lanzaron a la calle.
– Espera diez minutos antes de sacarte la capucha; y recuerda que el mar es rojo si nosotros así lo queremos.


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